Slow Food comenta el informe de las Naciones Unidas sobre el progreso hacia el Hambre Cero

“Necesitamos políticas más valientes para combatir la pobreza, la desigualdad y la marginación, empezando por un modelo de producción agroecológica de alimentos inclusivo y socialmente justo”.
Según el informe de las Naciones Unidas, el número de personas que padecen hambre en el mundo sigue creciendo lentamente, siendo África el continente más afectado.
15 de julio de 2019, Sede de Slow Food – El nuevo informe de la ONU sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI), fruto de la colaboración entre la FAO, el FIDA, la OMS, UNICEF y el PMA, ha sido presentado hoy en Nueva York. Un estudio que presenta una estimación actualizada del número de personas que padecen hambre en el mundo, raquitismo y pérdida de peso en niños, y obesidad en adultos y niños.
Esta es una estimación importante del progreso hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero. Según los datos del informe, estos objetivos parecen ser cada vez más difíciles de alcanzar, ya que a partir de 2015, después de decenios de disminución constante, la tendencia del hambre en el mundo – medida por la prevalencia de la desnutrición – ha vuelto a aumentar lentamente. Más de 820 millones de personas en el mundo seguían padeciendo hambre en 2018, y se calcula que más de 2,000 millones de personas no tienen acceso regular a alimentos seguros, nutritivos y suficientes, incluido el 8% de la población de Estados Unidos y Europa. Según la ONU, las causas dependen del sistema económico: el hambre ha aumentado en muchos países donde la economía se ha ralentizado, especialmente en los países de ingresos medios. Además, las crisis económicas agravan las crisis alimentarias causadas por las guerras y el cambio climático.
Ante esta situación alarmante, Carlo Petrini, Presidente de Slow Food Internacional y Embajador Especial de la FAO para el Programa Hambre Cero, comentó: «Por cuarto año consecutivo, el informe revela un empeoramiento de la situación, lo que significa que nos encontramos ante una tendencia. Parece increíble que en 2019 el homo sapiens todavía tenga que luchar contra el hambre, y es aún más increíble ver que !Estamos perdiendo esta lucha! Slow Food está implicado en esta lucha desde hace muchos años: la imagen que tenemos hoy, a partir de la nueva edición del informe de la ONU, exige un mayor esfuerzo, con fuerza y urgencia. El informe también nos dice que el problema no está relacionado con la cantidad de alimentos disponibles en el mundo, como afirman las multinacionales de la agroindustria, sino con la disponibilidad para las personas en condiciones económicas y sociales desfavorecidas. Se trata de negar derechos, no de aumentar la producción. Por lo tanto, para combatir la pobreza, la desigualdad y la marginación, necesitamos políticas valientes de los gobiernos de todo el mundo. Políticas que adopten y promuevan un modelo agroecológico, inclusivo y socialmente justo de producción de alimentos».

En relación con el continente más afectado por el hambre, África, Edie Mukiibi, agrónomo ugandés y miembro del Comité Ejecutivo Internacional de Slow Food, añade: «Los 3,207 huertos agroecológicos creados por Slow Food en 35 países africanos se han convertido en una pequeña pero significativa contribución al problema de la malnutrición, un modelo positivo de participación y organización comunitaria de abajo hacia arriba. Además, se trata de un modelo fácilmente replicable: con nuestras propias fuerzas (que son pocas en comparación con las de las instituciones y los gobiernos), hemos conseguido crear más de 3,000 huertos. Y cada uno de ellos contribuye, en muchos casos, a evitar que estas personas acaben aumentando el número, ya de por sí dramático, que la ONU ha publicado hoy».
A través del proyecto 10,000 Huertos en África, hasta ahora se han iniciado 1,585 proyectos en escuelas y 1,622 en comunidades, con un total de 3,207 huertos activos. En los jardines participan unos 305,000 estudiantes (la mitad de los cuales son mujeres) y más de 40,000 adultos (en este caso las mujeres representan el 72%). Estos jardines son una clara señal de que los africanos están comprometidos con la lucha contra el hambre y la malnutrición.

Mukiibi añade: «Los huertos Slow Food no sólo son fuentes adicionales de alimentos para las comunidades, sino también herramientas educativas y culturales para todos los que participan. Aumentan la cantidad y variedad de alimentos frescos disponibles para el autoconsumo, reduciendo la dependencia del mercado de semillas y suplementos nutricionales. El redescubrimiento de los ecotipos de plantas locales y la reintroducción de su cultivo -que es el que mejor se adapta al ecosistema local- también puede ser fundamental para asegurar la resiliencia de las comunidades ante los efectos negativos del cambio climático. Un sistema alimentario basado en una amplia variedad de plantas cultivadas es más fuerte, no sólo porque permite abordar los problemas que pueden afectar a algunas plantas en cada estación, sino también porque asegura un contexto alimentario y ambiental más saludable y diverso en el que se cultiva el jardín.
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Slow Food es una red mundial de comunidades locales fundada en 1989 a fin de contrarrestar la desaparición de las tradiciones alimentarias locales y la difusión de la cultura del fast food. Desde entonces Slow Food ha crecido para convertirse en un movimiento global que implica a millones de personas en más de 160 países y que trabaja para que todos podamos tener acceso a una alimentación buena, limpia y justa. Slow Food es, por tanto, una extensa organización que cumple un papel esencial en todo el movimiento. En México cuenta con una oficina operativa denominada Comida Lenta AC, para más información sobre las actividades de la red mexicana visite: https://www.comidalenta.org/